sábado, marzo 03, 2007

Almohadones del Magreb


El lugar. Los que recién llegados se miran entre sí con gesto extraño cuando los invitan a instalarse en el ambiente de las mesas ratonas, el primero tras cruzar la puerta. Las dudas no sobran, ahí no hay sillas sino almohadones sobre una alfombra, la forma típica de sentarse a comer de los pueblos del desierto. Precisamente eso es Bereber, el nombre de una tribu nómade. Lo simpático en este caso es que las mozas se arrodillan también, para tener el comensal a la altura de los ojos y poder hablar. Quienes prefieren, en cambio, hacer uso de esa tecnología que son las sillas y la mesa tal y como las conocemos en occidente, tienen el salón de al lado, o arriba en la terraza, acondicionada con calefacción para invierno. Felizmente, el clima marroquí o magrebí está sugerido -más que expuesto en fetiches folklóricos de ese país norteafricano-, en la iluminación tenue (o más bien difusa) y en los colores tierra combinados con detalles dorados. Mucho espejo, ademásAquí escribes el contenido.

Los responsables. Sus propietarios son también los de Green Bamboo (Costa Rica 5802, Palermo), buenos intérpretes de la comida étnica, en este segundo caso la tai. El encargado en Bereber es Bautista Vercelli, atento a los detalles y un convencido del éxito promocional de las tarjetas entregadas mano en mano. Atrás, comanda la cocina la joven chef (sólo 29 años) Florencia Ramírez y su ayudante Eliana Mahr (26), quien, salida unos minutos al salón, nos explica que varios platos no son (necesariamente) exactos como en Marruecos, sino fusión con técnicas criollas. Donde allá se usa carne de paloma, por ejemplo, acá se reemplaza con pollo.

El plato. El acompañamiento tradicional es el cous cous, un guisado a base de sémola de trigo. Nuestra elección fue el Tayine Hout Bel Fauakeh (pescado fresco del día, berberechos, mejillones y langostino acompañado de frutas de estación y damascos secos; $26), una combinación homogénea y equilibrada de sabores dulces y ácidos con los aromas fuertes del pescado. Otra opción es el Hunkar Begendi (láminas de bife de chorizo salteadas con vegetales, acompañados por pan labash crocante y salsa de labne y menta; $26), o el Kofte Za’faran (pasta de cous cous y queso feta de cabra sobre colchón de tomate y vegetales salteados al azafrán; $24). Los postres merecen una visita, ellos por si mismos (con un café, que se sirve con borra y azúcar; o te de menta). El Labne Caramel (crema de queso de cabra sobre sablé de almendras acompañada de dulce de leche en texturas; $14), el Al’ El Rafa (mousse de chocolate blanco en crocante de coco y centro de crema nutella; $13), o el Diamant Rouge (petit quiche de mango y lima acompañada de sorbet de frutillas con coulis de casis y arándanos; $13).

Las bebidas. El objetivo del bartender Marcos Bragulat (27) es mantener una carta de vinos equilibrada en la zona media. “Ni alta gama ni muy precarios –dice-. Por el tipo de comida ponemos énfasis en los syrah, los rosados y los blancos secos. Por otro lado, para acompañar los postres tan almibarados, tenemos variedad de cosechas tardías blancos y vinos tintos dulces”. La carta de tragos se divide en dos, los clásicos y los de la casa. Estos últimos, bastante famosos, todos invención del mismísimo Bragulat. “Trato de usar sólo bebidas blancas, muy pocos licores, y de usar elementos de la cocina magrebí, frutas y especies, te verde, menta, canela, jengibre, pimienta, chilli, coliandro, cárdamo, etc”.

Los maridajes. Aconsejados por María Bettienelli, nuestra amable moza a quien internamente ahí llaman “M” a secas, tomamos un Perpetuum merlot 2004 ($30), elaborado por los viñedos de Giménez Riili en Mendoza. Fue un agradable descubrimiento por su buen equilibrio en precio.
Dirección: Armenia 1880
Teléfono: 4833-5662
E-mail: bereber@dmdg.com.ar
Formas de pago: Efectivo y principales tarjetas.
Abre todas las noches y los sábados y domingos al mediodía.

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