sábado, septiembre 03, 2005

Natalie Portman: la niña madura II

A pesar de las múltiples ofertas para tomar el camino corto y rápido, se empecinó en empezar por donde empiezan los verdaderos actores, y se pasó dos temporadas representando ignotos personajes en teatros del circuito under. Sin descuidar los estudios, acusada de nerd por sus compañeros de la escuela judía, leyó libretos y rechazó papeles, hasta que ocurrió el segundo encuentro fuerte de su carrera, esta vez con Mathilda Lando ¿Se acuerdan de la chica que acompaña a León, aquel asesino a sueldo alto, flaco y con gesto melancólico en El Profesional, protagonizada por Jean Reno? Ella era Mathilda Lando, y su director Luc Bresson, quien de Natalie dijo lo siguiente: “No tenía experiencia anterior, pero de entre las dos mil muchachas que vimos, ella fue la mejor. Le explicabas, ella escuchaba y lo hacía, así de fácil".

En vez de una prueba de actuación, a las candidatas respondieron preguntas delante de la cámara. ¿cuántos años tenes?¿te gusta quedarte sola en casa?¿Cuales son tus miedos? Antes de responder, ella permaneció callada durante 5 minutos. Totalmente tranquila. "Que cuántos años tengo? Mmmm....12 dicen mis documentos, pero siento que maduré ¿Sola en casa? Me encantan las casas vacías... es que mi madre siempre está en casa. Miedos... creo que no tengo miedo a nada. Gracias a mis padres. Creo que soy más fuerte y madura de lo que ellos pueden imaginar."

Jean Reno recuerda un diálogo sobre su personaje mantenido durante un paseo bajo la lluvia que propuso ella en una pausa de la filmación. “Es muy triste que tengamos ese final tan triste en la película –le dijo Portman tras un largo silencio. - No quieres que León muera ,verdad?”.

Después, desde más de un título periodístico, Bresson fue acusado de “dejar morar la cámara lascivamente en la chica de 12 años”. Para otros, incluidos los padres de Portman, ese caso era algo comprensible. Otra cosa pasó ante la insistencia de importantes productores de Hollywood para que filmara Lolita. ”Decidí no hacerlo y luego dijeron que mis padres eran unos puritanos sobreprotectores. No, simplemente no querían ver a su hija de 14 años teniendo relaciones sexuales con Jeremy Irons”. Razonable –no debe ser simple estar en ese lugar, más allá de que eran escenas, representaciones- pero también una verdadera lástima. Otro rechazo fuerte y polémico de aquella época fue el papel de Julieta, cuyo Romero hubiera sido Leonardo Di Caprio.

La filmación se hizo en París, a donde ella viajó con su madre, mientras el padre viajaba cada quince días. En una de esas visitas los tres hicieron un viaje a Ámsterdam, y visitaron un museo, del que a Natalie no quedó mayor impresión, salvo un libro que el padre le regaló en una ceremonia familiar improvisada. Lleno de emoción, la incitó a que por favor lo leyera. El libro era el diario de Anne Frank, y el museo el escenario original de su apasionante historia, en la que una chica judía permanece dos años oculta del nazismo en una habitación secreta. La influencia de su lectura es evidente: “Es lo más honesto y verdadero que he leído. Me hizo sentir como si alguien me entendiera. Anne Frank escribió sobre cosas que cada adolescente pasa pero no discute abiertamente. Su fe en la humanidad, incluso cuando se estaba muriendo de hambre y enferma en el ático – todo por que era judía – tuvo una inmensa influencia en mí. Ella creía en el bien, y en que la gente era buena de corazón, incluso cuando todo apuntaba a lo contrario.”

Es más, buena parte del calendario de una de las mayores superproducciones de la historia cinematográfica mundial debió modificarse para contemplar la virulenta pasión de Portman hacia la historia escrita por Frank. George Lucas tuvo que cambiar sus planes para la filmación del “Episodio 1”, primer secuela de la saga Star Wars. Pero antes vamos al principio. A mediados de 1996 había terminado de filmar “Todos dicen te amo”, dirigida por Woody Allen, en la que hace el papel de una hija de clase alta llamada Laura; y estaba a punto de firmar contrato para empezar el papel protagonista en The Horse Whisperer, traducida como El señor de los Caballos, bajo la dirección de Robert Redford. Era un proyecto grande y serio, sin embargo, cuando sólo faltaba firmar y sus agentes ya descorchaban los champagnes, Natalie anunció su interés por intentar participar en una simple obra de Broadway: El diario de Anne Frank.

En ese momento ni siquiera tenía asegurado el papel; hasta que el productor David Stone le tomó una prueba: “Quedamos todos boquiabiertos”, fue lo que dijo. Entonces recibió una llamada de Robin Gurland, director de casting para Lucasfilm, ofreciéndole el rol femenino principal en las nuevas entregas de Star Wars. “Lo pensé mucho – dijo ella-, era un gran compromiso hacer 3 películas en los siguientes 10 años. Es una gran decisión en cualquier momento, y mucho más cuando tienes catorce años y no sabes qué hacer con tu vida ¡qué digo tu vida! ¡cuando no sabes qué hacer con el resto del día!”.

Además, en primer lugar estaban sus intenciones con Anne Frank, que ella defendió a capa y espada, contra todos los consejos. “Decidí hacer esta función porque creo verdaderamente que hay que recordarle a la gente que la compasión existe – dijo Natalie-. Tenemos gente que se muere de hambre, países en guerra y niños que no tendrán la oportunidad de cambiar el mundo como deberían. Esto suena muy repetitivo e idealista, lo sé, pero así es realmente el mundo, y la gente debe recordar eso. Es lo mínimo que puedo hacer en homenaje a Anne, quien me ha ayudado a ser una mejor persona”.

En mayo de 1999 se estrena Episode 1: The Phantom Menace en Estados Unidos. La exposición de Portman se intensifica y se vuelve planetaria. Cuando la primera de las seis Stars Wars salió al público, la que sería la madre de los gemelos Luke Skywalker y la princesa Leia, héroe y heroína de la primera parte, todavía no había nacido. Natalie, la futura Reina Amidala, a penas tenía a 2 años cuando se estrenó la tercera de la saga, El Retorno del Jedi.

Su rostro aparece hasta en las tapitas de gaseosas. “Lo que más temía ha comenzado a ocurrir, la gente se interesa más en mí como persona que como una actriz”. Aún así, ese mismo año se gradúa con honores en la preparatoria, da clases de baile a un grupo de compañeros, saca su licencia de conducir, toma clases de química, hace un seminario sobre la novela rusa “La guerra y la paz”, da lectura a sus primeros libros de psicología y participa en un curso de cultura Israelí. A principios del 2000 decide ingresar en la universidad, bajo una fuerte tensión vocacional entre las dos carreras: la actuación y psicología. “En este momento me gusta la actuación, pero si alguna otra cosa enciende mi interés durante la Universidad, haré eso. Por ahora siento que estoy obteniendo lo mejor de ambos mundos”.

Su vida dual que hace péndulo entre colegiala y estrella tiende a mezclarse insólitamente. Las ideas adquiridas en las aulas y en sus lecturas universitarias terminan desplegándose para poner en contexto el extraordinario fenómeno mediático protagonizado por ella misma. En Estados Unidos el estreno de El Ataque de los Clones -la segunda de la segunda tríada de la saga- fue posterior al atentado del 11 de septiembre de 2001. “Creo que muchas preguntas que plantea la película sobre el bien y el mal – dijo Portman- hablan a la gente en un país donde se está incrementando la separación entre la no-religión y la corriente fundamentalista”. Las observaciones críticas desbordan el aspecto político/sociológico para aventurarse también en cuestiones estéticas y de género: “Creo que George (Lucas) en realidad quiso hacer ese arrollador y épico romance al estilo de Lo que el viento se llevó. Realmente encuentro esos elementos,” comenta Portman. “Creo que esto le importa tanto como los efectos especiales.” Ya son palabras de toda una mujer.

Sobre los cambios y permanencias en su personalidad Portman ha llegado a hacerse en público preguntas inquietantes. “No sé por qué nunca pasé por ninguna clase de rebelión, es muy extraño. Tendrá algo que ver con el hecho de que desde los 12 años he estado en el ojo público, así que cualquier cosa que hubiera hecho podía haber sido captada para siempre. No tengo ninguna gana de tener fotos de mí con el pelo azul o con un piercing en la nariz.”

De aquella charla que mantuvieron durante la filmación de El Profesional, cuando Portman aún tenía 12 años, Jean Reno recuerda con especial claridad un pasaje:

“-¿Alguna vez te has enamorado?-le preguntó el.

-No-respondió ella tras una pausa- quiero amar a un hombre maravilloso como mi papá”.

A fines de 2003 la respuesta a la misma pregunta -insistentemente repetida por periodistas y curiosos- sigue siendo negativa. Lo hacen imaginando la respuesta y porque los tranquiliza comprobar al menos una debilidad.

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