sábado, diciembre 15, 2007

Príncipe de las maltas



Cuando llaman al celular de Miguel Ángel Reigosa suena un ringtone con el himno nacional de Escocia. Esto no termina de sorprender, quizá por sus ojos claros, que bien podrían ser los de un escoses, o porque el origen gallego de su familia materna hunde raíces en la cultura celta. Pero el hombre es más criollo que la mismísima Pampa y ama Argentina, con sus miserias y virtudes.

Llegó a Escocia por sus whiskys, más precisamente por sus maltas, y llegó a los whiskys de casualidad, aunque con una determinación admirable, al punto que hoy tiene un tesoro de 1800 botellas que es una de las colecciones personales más grandes del mundo. Y a los 45 años es el Presidente de la asociación Whisky Malt Argentina, una fiel confraternidad de 570 socios amantes del whisky que él mismo ideó y construyó.


Nació y se crió en Villa Urquiza, un barrio que no era lo “paquete” y elegante que es hoy sino más bien una zona humilde de tierra arenosa a la que llamaban “la Siberia” y que quedaba entre las avenidas Congreso y General Paz. Su padre Evaristo Reigosa era el Gerente General de la fábrica de termos Lumilagro y su madre colaboraba con él, además, por supuesto, de hacer las cosas de la casa. Tenemos la entrevista no muy lejos de ahí, en el café de Los Incas, del que Reigosa es propietario y donde tiene parte de su famosa “barra” de whiskys.

Los otros dos lugares por los que Miguel Ángel tiene un cariño especial son Paraguay y Malvinas. A ambos también llegó sin buscarlo. El 2 de abril de 1982 ya hacía 18 meses que estaba “bajo bandera” en el Batallón de Aviación de Ejército 601. Supuestamente el siguiente 9 de abril lo daban de baja. Era el chofer de un Coronel Scarpa, y pasaba tanto tiempo con él que ya casi se tuteaban. “Un día a las 6 de la mañana yo estaba cargando combustible con el auto oficial –recuerda Reigosa-, y vienen y me dicen que habíamos invadido Malvinas. No lo podía creer”.

El 9 de abril, día de su cumpleaños, quedó libre para festejar con su familia. “Pero no alcancé a dar el primer bocado de pizza –cuenta Reigosa-, cuando llamó Scarpa y me dijo “galleguito, nos vamos”. No podía hablar mucho con mi familia. Corté, agarré un bolsito de combate y me fui. Nunca había tirado un tiro, no entendía nada. Recuerdo que cuando pasé a buscar al Coronel por su casa salieron los 3 hijitos, que hoy son tipos grandes, y le dicen `papi, papito, traeme una banderita inglesa`. Fue una causa muy loca. En ese momento, que éramos un grupo de pibes solados, queríamos pelearnos a muerte. Sigo siendo muy fanático de Malvinas y espero algún día poder volver”.

¿Qué hiciste después?

Trabajé como gerente en una casa de deportes, ganaba bien y tenía gente a cargo pero no toleré la cantidad de horas, así que cuando falleció mi padre en el 88 pensé en una actividad independiente. Un día leí un aviso que decía viajes a Paraguay, eran para bagalleros que viajaban con 2 bolsitos en un micro 15 horas de ida y 15 de vuelta. Lo hice 2 meses y empecé a sacar micros yo. Pero no era legal, así que lo hice durante 3 meses y saqué una patente de importador y empecé a ir a Estados Unidos a importar relojería y perfumería. Me fue muy bien.

¿Cómo fue el camino de los perfumes a los whiskys?

Yo era habitué del café de Los Incas, siempre dije que algún día iba a comprar este negocio, porque era el negocio de mi vida.

¿Ya te interesaba la cuestión gastronómica?

No, no, me interesaba el lugar, el local, así me involucro en el mundo del whisky. Yo no era tomador pero un día vino Juan Jara y me regaló una botella de Macallan. Hasta ese momento yo pensaba que la malta era lo que tomaban las embarazadas, pero cuando probé eso me empecé a encariñar. De ahí en más, siempre que viajaba compraba dos botellas, una para compartir con amigos y otra para guardar. Hice una barra acá en el boliche y después anoté botella por botella y me propuse hacer la misma barra en mi casa. Llegué a tener todas. Te soy sincero… me ayudó mucho la época de Menem con el 1 a 1, el 30% de lo que tengo lo compré en Argentina. Después me propuse reunir a la gente que le gustara la malta y armamos la Asociación. La idea es tener sólo productos Premium, de 12 años para arriba.

¿Ya desde chico te gustaba coleccionar?

A mi abuelito José Manuel le gustaba la numismática, coleccionaba monedas y billetes. Mi papá era filatélico, llegó a tener más de cien mil sellos. Y a mi me inculcaron a coleccionar sellos, desde que tenía 5 años aprendí las capitales del mundo, los habitantes y las monedas de los países con las estampillas; pero a los 16 años le fui perdiendo el amor y cuando mi padre falleció le regalé la colección al padre de un amigo que es escribano, lo hice porque sabía que les iba a dar mas amor que yo, coleccionar es una pasión. Todo lo que se compra con plata es barato, poca gente lo entiende, para coleccionar tenés que ser muy pasional.

¿Tomás el whisky de la colección alguna vez?

No, jamás, las tengo totalmente cerradas, lacradas y envueltas en papel film. Ahora la colección está en un depósito en Villa Devoto, hasta exhibirla en el próximo Museo del whisky que vamos a tener en la vieja confitería Camerún, cerca de la cancha de River. Si todo va bien lo vamos a abrir a fin de año y finalmente voy a ver cristalizado el sueño de exhibir mi barra.

¿Qué cosas te gustan de las botellas?

Me gustan las de malta que son muy discretas y sobrias, con etiqueta muy simple; y después las de porcelana que son conmemorativas. En general se fabrican 5 mil y rompen el molde para que la colección no se repita, por ejemplo, tengo la del casamiento de Lady Di con el Príncipe Carlos, la de Sarah Ferguson con el Príncipe Andrew y las del cumpleaños 60 y 90 de la Reina Madre. Otras muy raras son las del vuelo inaugural del Concorde o la del transbordador espacial, que es una botella con la forma del mismo transbordador. Hay ediciones muy limitadas como las de Elvis Presley que salieron en 1969 con caja de música debajo. Te diría que el 30% de la colección son botellas de cerámica y porcelana, cosas muy locas que cuesta conseguir.

Me imagino que comprar whisky desde Argentina no debe ser fácil.

La situación no está fácil, pero cuando tengo un pesito lo pongo ahí. A veces me preguntan cuánto cuesta la colección, y siempre les digo lo mismo, “19 años de mi vida”, porque no tiene un valor en plata, jamás la vendería. Y además hay que viajar mucho, en Escocia estuve 11 veces y este año voy de nuevo, junto a 3 de socios de la Asociación, invitados por las empresas, vamos y dormimos en las destilerías. El problema es que cuantas más botellas tengo más difícil es conseguir las que me faltan. Cuando tenés 100 es fácil tener la 101, pero cuando tenés 1000 es más difícil tener la 1001, el mercado se te va achicando. Por eso me sumé a una asociación escocesa en la que somos 272 miembros en el mundo, que nos subastamos botellas de whisky por Internet, son subastas muy agresivas pueden terminar en más de 2500 libras. Con el tiempo aprendí que hay la mejor forma es ofrecer mucho desde el primer momento.

¿Después te las mandan por correo?

Si, ese es otro tema, de 10 botellas que me mandan yo recibo sólo 7, las demás se pierden en el camino. Igualmente el seguro me las paga, pero son cosas que quizá después no consigo más. Hace 2 años me pasó algo interesante. Cuando me llegaban las botellas al Correo Central yo vivía pagando fortunas en impuestos, y les decía “mirá que no son para vender, son para colección”, pero nunca me daban bolilla. Un día me hicieron una nota en una revista y se ve que el jefe del Correo me reconoció, entonces cuando fui me preguntó si le firmaba la revista, “cómo te voy a firmar una revista, yo quién soy”, le dije. De ahí en más no pagué impuestos, todo por una casualidad.

La gente te ayuda…

Si, recibo apoyos de un montón de lados. En los momento más insólitos, cuando ven una botella rara, mis amigos me llaman por teléfono y me la describen para ver si ya la tengo. Soy tan fanático que las tengo a todas en la cabeza, recuerdo cuánto pagué cada botella y dónde la compré, me mostrás una y te digo si la tengo o no, de otra forma estaría comprando botellas repetidas constantemente.

¿Qué elegís si no es whisky?

Creo que sólo el coñac alcanza la nobleza y la calidad del whisky, y también es poca la gente que lo bebe. El coñac es el único que también se mantiene muy bien en botella.

Me imagino que encontraste botellas de whisky en lugares raros

Yo viajo por el mundo buscando botellas, por eso otro lugar que también me encanta, aunque te parezca mentira, es Paraguay, ahí conocí muy buena gente, algunos están un poco resentidos lo que le hicimos desde la guerra de la Triple Alianza para acá, pero me ayudaron mucho. En Encarnación del Paraguay, cuando todavía quedaban de las licorerías buenas, ahora ya no hay nada como acá, un día salí caminando y llegué a un quiosco, tenía sed y quería comprar una guaraná. Entonces en una repisa veo unas botellas, entre ellas una de un whisky, una que aunque es muy difícil tiene apariencia normal… pero es difícil. Estaba entre dos de caña, y sabía que si le preguntaba directamente por la de whisky me iba a decir cualquier cosa, así que pregunté por la de caña, me dijo 10 dólares, le dije que no tenía tanto, entonces le pregunté “¿y ese whisky que tiene ahí?” Me lo terminé llevando por 5 dólares. El hombre no sabía lo que tenía. Me pasó lo mismo con la botella del abierto de San Andrews de golf, que viene con el carrito de golf con el bolso y la botella adentro, también en Paraguay. La venía buscando muchísimo, y en aquel momento valía 290 dólares, pero terminé llevándomela por 29. La última vez que volví a Paraguay me llevé una decepción terrible… están como nosotros, ya no queda nada de todo aquello.

¿Y ahora …cuáles son tus desafíos?

Estoy buscando unas botellas de Macallan 38 y 50 años, hay especialmente un 50 años de 1938, que yo me lo perdí una vez de tonto, una cosa que me arrepiento tanto. Ahora por esa botella te pueden pedir entre 5.000 y 10.000 libras. Una vez en Paraguay un loco me dijo que tenía un amigo con unas botellas en la casa. Y fui. El tipo me pedía 1500 dólares por 7 botellas que tenía, entre ellas había un Macallan 50 años. Para que te des una idea, Macallan es el Rolls Royce de las maltas, para mí es la mejor del mundo. En ese momento al paraguayo de dije “bueno, voy a ver”, pensando que después conseguía otra. Cuando volví a los 2 meses me dijo que se las había vendido a un japonés. Lo que pasa es que era en 1992, en ese momento no había Internet y no era fácil saber cuánto valían.

¿En Argentina se produce whisky?

Lamentablemente no, se hace algo con maltas traídas de otros lugares, pero son productos baratos. Lamentablemente nos falta turba, lo que se traduce como carbón vegetal. En el único lugar donde hay turba en Sudamérica es en las Islas Malvinas.

Parece un juego del destino que hayas estado en una guerra justo ahí.

Si (risas), pero te digo que si ponemos una destilería en Malvinas ahí si que no vuelvo más.

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