domingo, junio 03, 2007

Humos de guarda


El placer de un buen puro empieza con la mirada, en la belleza tornasolada de la capa exterior, en los tonos de sus marrones y la simetría de su forma. Antes que nada es un objeto bello hecho por las manos del hombre. En promedio cada hoja de tabaco pasa por 160 manos antes de convertirse en cigarro. El olor y el sabor vienen después del tacto. Acariciándolo y sopesándolo un fumador habituado puede adivinar si la humedad de su cigarro es la correcta.

Como los vinos, los cigarros también tienen un terroir, y los mejores terroirs del mundo están en zonas muy específicas ubicadas entre los trópicos de Cáncer y Capricornio. A diferencia de la vid, que llegó de Europa, el tabaco es originario de América. Lo que vendría a ser el viñedo, en Cuba se llama la “vega”. República Dominicana es el otro productor por antonomasia. Así, la historia de los cigarros es inseparable de la de estos dos pequeños países. En general se acepta que el tabaco dominicano es más suave que el cubano.

Las regiones tabacaleras de Cuba son 5: Oriente, Remedios, Partidos, Semi Vuelta y Vuelta Abajo. Sólo en Partidos y Vuelta Abajo se produce tabaco para las “grandes marcas” de habanos como Cohiba, Montecristo, Romeo y Julieta, Bolívar, Punch, Hoyo de Monterrey, H. Upmann o Partagás. A su vez, las “grandes” del lado dominicano son Davidoff, León Jiménez, Banmoral, Arturo Fuentes y Macanudo.Aquí escribes el contenido.

El cigarro clásico se hace con cinco hojas enteras enrolladas. De adentro hacia afuera, el cilindro lleva primero la llamada tripa compuesta por tres hojas (llamadas a su vez volado, seco y ligero) que son envueltas por el capote. En Cuba se crían dos variedades de tabaco, conocidas como corojo y criollo. Las tres hojas de la tripa y el capote salen de la variedad criollo. Ellas le dan el sabor, la personalidad, el aroma, la combustión y la fortaleza al cigarro. Por encima, vistiéndolo, va una única hoja de la variedad corojo (toma su nombre de la famosa plantación cubana El Corojo, donde se desarrolló la semilla). Esa única hoja, la llamada capa, más fina, elástica y suave, y de un color más parejo, es más cara que todas las demás juntas y la que le da el aspecto visual al cigarro.

El proceso

Si bien el tabaco crece rápido sus raíces son delicadas, por eso, para asegurar la cosecha, se arman semilleros donde los plantines pasan 45 días. El transplante empieza en octubre. De ahí en más, durante los 50 días que necesitan para alcanzar la madurez (hasta enero), las plantas son visitadas por los “vegueros” que eliminan las yemas terminales para vigorizar el crecimiento de las hojas. La recolección (a partir de enero) es un trabajo enorme, porque las hojas se juntan a mano una a una y porque en cada pasada se pueden retirar sólo las dos o tres de más arriba, que alcanzaron su madurez en cada planta.

A diferencia del método llamado flue curing utilizado en cigarrillos, el tabaco para cigarros se cura al aire, de forma natural. Durante esos 50 días las hojas se ponen amarillas y después, por la oxidación, de un dorado rojizo. Ahí están listas para una primera fermentación de 30 días, en los que las hojas reducen resinas y toman un color uniforme.

Los torcedores, categorizados según sus destrezas, crean las distintas marcas y vitolas (tamaños) de puros. Los torcedores más hábiles hacen las marcas más caras. Sus únicas herramientas son una cuchilla ancha llamada chaveta, una pequeña guillotina, un pote de goma vegetal y las manos. Cada uno produce unos 120 puros diarios, que una vez revisados se dejan estacionar tres semanas bajo condiciones ideales (17 grados centígrados y 65% de humedad) en estantes de cendro. Por último un escogedor (una de las habilidades mejor pagas en Cuba) los clasifica en al menos 65 colores, y los ordena en una caja (también de cedro) de oscuro a claro, de izquierda a derecha, antes del anillado y la colocación del sello de garantía.

Tabacos criollos

En Buenos Aires un buen introductor al mundo de los puros, siempre dispuesto a guiar al inexperto en sus primeros pasos, es Sergio Sciaroni, quien con 17 años (y junto a su hermano Aldo) cofundó la casa Lotar (25 de mayo 358). Era el año 1977. En aquella época el cigarro se consideraba un artículo suntuario, propio de aristócratas. Pero eso fue antes del boom del 93. “Ese año los norteamericanos lanzan la primer campaña fuerte contra el cigarrillo –dice Sciaroni-, entonces la gente se volcó a una alternativa y se produce una especie de moda”. En Argentina las tabaquerías no estaban preparadas para asistir la nueva cultura que encerraba fumar un cigarro, basada en el concepto de conservación por humedad, que permite a la hoja continuar el proceso de fermentación y su evolución organoléptica. El nuevo concepto cambió la comercialización, los ritos, e hizo del puro un producto de guarda.

Otro referente local en cigarros es Gabriel Estrada, Presidente para Argentina de los puros dominicanos Davidoff. A él le toca luchar contra el genérico impuesto con tanta habilidad y tanto éxito por los cubanos, quienes lograron que la palabra habanos sea sinónimo de cigarros y puros. Con un poco de suerte, en las oficinas porteñas de Davidoff sobre la calle Mipú, puede uno encontrarse con Hendrik Kelner una de las personas que más saben de tabaco en la República Dominicana; Presidente de la Asociación de Productores y Fabricantes de Cigarros de ese país y proveedor directo de la marca Davidoff . “El fumador de puros es leal –suele decir Kelner-, por eso los amigos conocen lo que fuma, y por eso si lo cambia va a tener que explicar por qué cambió. Es como en el matrimonio, para no tener que explicarle a los amigos, mejor no cambiar de mujer”.

Dos marcas argentinas de cigarros que en poco tiempo lograron reconocimiento entre los fumadores locales son Luis Gonzaga y La Misión, fabricados por Cigarros Misioneros S.A. Surgieron ligados a la crisis de 2001 y su consecuente devaluación, que para una franja de clientes hizo inaccesibles las marcas importadas. Con tabaco dominicano, están armados en la ciudad de Apóstoles, en la provincia de Misiones, por un grupo de argentinas capacitadas por dos torcedores dominicanos que vinieron a instalarse en el país un par de años. Según el propio Sciaroni, “están bien armados, tiran parejito, y a buen precio”.

Degustación

Antes de fumar hay que elegir el tamaño en base al tiempo disponible, porque a diferencia del cigarrillo, el puro obliga a tomarse un espacio. Olerlo detenidamente y humedecer la perilla (sombrero que cubre el extremo cerrado del cigarro) para que al cortarla no se desenrolle la capa. Al encenderlo, es bueno ir girándolo de manera tal que el anillo de fuego se forme parejo. No inhalar sino mantener el humo suspendido en el paladar. La ceniza debe crecer hasta que termine desprendiéndose por si misma.

Lo mejor es empezar con algo suave, teniendo cuidado las primeras veces, porque aunque el humo no se trague, el efecto narcotizante de todas formas se produce. Este cronista aún recuerda el estado de ebriedad (para decirlo con suavidad) que sobrevino de improviso una tarde en la Avenida Alvear, mientras fumaba su primer puro.

Nicolás Falcioni

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