
Si para imaginar el tamaño relativo del Sol recurrimos a la imagen de una naranja, para darnos una idea de su estructura lo ideal es pensar en una gran cebolla. Porque desde el punto de vista estructural el Sol está formado por una sucesión de capas esféricas. Aunque la frontera física y las diferencias químicas entre las distintas capas son difíciles de establecer, los científicos lograron identificar una serie de capas solares para explicar satisfactoriamente la mayoría de los fenómenos que vienen observando desde hace años.
Según este modelo, el Sol está formado básicamente por un núcleo, la fotosfera, la cromosfera, la corona y el viento solar.
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